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La Inteligencia Emocional en el trabajo ha jugado un papel fundamental. El manejo de nuestras emociones tiene que estar presente cuando negociamos, cuando hacemos una presentación, cuando tratamos con nuestros superiores, pares y colaboradores.
Analiza a ti mismo: conoce cuáles son tus emociones típicas y cómo respondes a diferentes clases de situaciones emocionales. Sé honesto contigo mismo para saber cuáles emociones son las que más afectan tu desempeño laboral (envidias profesionales, reacciones al estrés, inseguridades) y trata de tomar responsabilidad por tus actos.
No olvides que siempre puedes recurrir a ayuda psicológica profesional si consideras que necesitas ayuda para entender tus reacciones.
Escucha, no oigas: muchas veces le ponemos “silencio” a las cosas que no queremos o no nos interesa escuchar, como un problema con un compañero, y las conversaciones se quedan como ruido de fondo. Una persona con alta Inteligencia Emocional sabe enfocar su atención a lo que los demás de verdad están diciendo, aunque no sea algo que le agrade o interese particularmente.
Trata de enfocar tu mente a lo que los demás realmente están comunicando y haz un resumen mental de lo que crees que te está diciendo y si lo necesitas, puedes hacer preguntas para clarificar algún punto.
Te sorprendería lo que se puede aprender cuando guardas silencio y realmente se presta atención, además profesionalmente te ayudará contar con toda la información posible para tomar decisiones claras y efectivas.
Recuerda, tienes un lenguaje corporal: los seres humanos siempre estamos comunicando con el cuerpo aunque guarden silencio sus palabras.
Trata de observar si el lenguaje corporal de las personas va de acuerdo con lo que están diciendo de forma oral.
Observa las expresiones faciales, los tonos de voz, los movimientos de los ojos, etcétera. Es posible que una conversación laboral tome un tono completamente distinto una vez que se toma en cuenta el lenguaje corporal.
Identifica qué te causa estrés: existen miles de factores que pueden hacer que una persona llegue a su punto de quiebre y reaccione de cierta manera a una situación que no lo requería. Por ejemplo, un problema en casa puede tensionarte lo suficiente para que le grites a un compañero de trabajo.
Identifica qué es lo que te causa estrés, practica tu capacidad para mantener la calma y prueba mecanismo de gestión de tensión como meditación, pintura, ejercicio, etcétera.
El punto es saber manejar la frustración de manera sana pues una persona con alta Inteligencia Emocional en el trabajo evita descargar su tensión con otras personas. No olvides que lograr un buen manejo de las emociones no es algo que se logre de un día para otro, es más bien un trabajo constante.