El mundo actual está marcado por el cambio constante. Los estilos de vida de las sociedades modernas se han transformado por causas multifactoriales, entre ellas destaca el desarrollo tecnológico del siglo XX y más recientemente la pandemia de la Covid-19.
Las circunstancias particulares de cada región también inciden en el cambio de estilos de vida de las sociedades y el mundo laboral no escapa a esa realidad.
Cambian los mercados, los productos, las marcas, la forma de hacer negocio y la manera de hacer vida en el mundo comercial de hoy. No es posible mantener las mismas prácticas del siglo pasado en un tiempo y espacio tan distinto.
Muchas organizaciones han sucumbido en esta lucha permanente por obtener un puesto en el mercado comercial nacional e internacional, pero entre otras cosas, no han sabido leer a tiempo los indicadores de cambio de una realidad distinta que se impone día tras día.
Existen organizaciones que no han sabido fortalecer en sus miembros la proactividad como una competencia que les permita aventajarse ante los cambios inminentes, reinventándose, para adaptarse a tiempo a las drásticas transformaciones sociales.
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Organizaciones exitosas: Espacios proactivos
Ya no basta con el conocimiento, el cual por supuesto se reviste de especial importancia, ni siquiera basta con la creatividad, ya que las buenas ideas si no se convierten en acciones pierden valor. Se necesita que los colaboradores sumen sus talentos e ideas y las conviertan en acciones individuales y colectivas para generar los cambios necesarios en sí mismos y en el entorno inmediato que les permita alcanzar sus objetivos. De eso se trata la proactividad.
En la vida de la organización son muchas las circunstancias que ponen en riesgo algunos proyectos, algunas áreas o incluso a la organización entera y ante ese tipo de eventos que exigen respuestas estratégicas hay solo dos posiciones claramente definidas: reaccionar o accionar.
En este sentido, Emma Sue Prince (2020) afirma que:
“El pensamiento reactivo se ve reflejado en todas aquellas actitudes que están asociadas a reacciones que no implican la toma de decisiones por parte de las personas. En este caso el individuo reacciona por que otro se lo ordena o reacciona por instinto, ante situaciones inminente de peligro, violencia, entre otras”.
Desde este tipo de pensamiento se imponen los sentimientos del momento, y se deja de lado la razón. Por otro lado, la misma Emma Sue Prince (2020) señala que: “Ser proactivo significa responder en lugar de reaccionar a los estímulos”.
Es decir, ser proactivo requiere ser más consciente del momento presente, dando respuesta a las circunstancias, basados en objetivos claros, en vez de reaccionar de manera instintiva o impulsiva para solucionar algo.
En definitiva, las personas proactivas son aquellas que actúan conscientemente ante las circunstancias que sean, suelen comprender muy bien el sistema al que pertenecen, se involucran, participan y generan cambios, avizoran a tiempo y emprender las medidas que sean necesarias, adelantándose a los riesgos, minimizando su impacto y evitando las crisis.
Las organizaciones deben propiciar ambientes con altos niveles de comunicación, formación y por supuesto espacio para la participación de los colaboradores, es la manera de crear espacios para la proactividad.
¿Cómo lograr la Proactividad organizacional?
Ante esta pregunta surge el dilema de siempre, la persona proactiva: ¿Nace o se hace? Y cómo buen dilema es difícil de contestar. Por un lado, hay personas que naturalmente son proactivas, en toda organización hay colaboradores que toman iniciativas, que plantan soluciones estratégicas fácilmente y el quedarse de brazos cruzados no es una opción para ellos.
Pero hay un grupo mayoritario de personas que solo reacciona, que están acostumbradas a seguir ordenes, que únicamente cumplen con lo que se les pide.
Se debe entonces ampliar la concepción teórica de la proactividad para entender, a través de diferentes autores, que la proactividad es una actitud, es decir, es la conducta que decidimos tomar frente a algo y que genera comportamientos favorables, o abordar la proactividad como un hábito, el cual podemos incorporar en el tiempo con acciones pequeñas.
En todo caso, el ejercicio de diferentes prácticas puede propiciar una persona más proactiva en algunas semanas, por eso es muy importante la formación constante en esta área del conocimiento. Por lo tanto, el proactivo en muchos casos nace, pero en muchos otros se hace, se forja, se construye poco a poco, pero esto requiere del conocimiento necesario para que los colaboradores cuenten con las herramientas necesarias para incorporar esta competencia tan vigente y necesaria.
¿Cómo se reconoce a una persona proactiva?
En el proceso de selección del talento humano es muy común solicitar personas proactivas, pero no es hasta el momento de la acción que se validamos los niveles de proactividad en cada colaborador, entendiendo a su vez que:
- Son personas que buscan nuevas oportunidades, alternativas, modos diferentes de hacer las cosas.
- Plantean objetivos efectivos orientados al cambio y a los resultados.
- Anticipan, previenen y/o gestionan adecuadamente los problemas y las crisis.
- Hacer las cosas siempre igual no está en sus planes.
- Son perseverantes en sus ideas y no descansan hasta concretarlas en la realidad.
- Invierten sus fuerzas y energía en lo que pueden cambiar, y no en aquello que está fuera de su influencia.
Ventajas de una gerencia proactiva
Si de ventajas se trata entonces debemos afirmar que:
- Se crea un ambiente de confianza y de seguridad para los colaboradores.
- Se fomenta constantemente la toma de iniciativas.
- Se elaboran manuales y otros registros que permiten sistematizar los conocimientos generados en la acción.
- Se minimiza el impacto de los cambios y de las crisis.
- Se conforman equipos flexibles, con altas capacidades de adaptabilidad, propositivos y resolutivos.
Si hay algo que se requiere en estos tiempos tan dinámicos es mantener los objetivos claros e ir leyendo a tiempo los indicadores de cambio en el entorno comercial de las organizaciones.
Mantener colaboradores con flexibilidad para el cambio, para tomar iniciativas, orientados a los resultados y con ideas que intervengan a tiempo los procesos internos y externos, pero todo esto se logra con la capacitación profesional de cada uno de ellos, procurando nuevas y buenas practicas que fortalezcan y consoliden equipos proactivos capaces de adelantarse a los tiempos y sus drásticos cambios.
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Magister en Educación. Mención Gerencia educativa. UCAB